La enfermedad renal crónica (ERC) suele ser oligosintomática al inicio, progresiva y no tiene cura. Afecta gravemente la calidad de vida de los pacientes y genera grandes costos en el sistema de salud.

La morbilidad y la mortalidad por ERC están condicionadas por factores socioeconómicos, culturales y políticos. Estos generan desigualdades, incluso, dentro de un mismo territorio. La diabetes y la hipertensión arterial son los principales factores de riesgo, pero la ERC también es una causa frecuente de complicaciones y mortalidad en los pacientes con mestas patologías.

Se estima que, por cada paciente en un programa de diálisis o por cada trasplante, puede haber 100 casos de ERC menos graves en la población general. Por un lado, estos casos constituyen la base de los pacientes que llegarán más tarde a una ERC avanzada. Por otro lado, estos pacientes tienen un riesgo cardiovascular elevado y sufren una morbimortalidad por eventos cardiovasculares que, probablemente, tenga un impacto mayor en la salud que la evolución hacia la necesidad de tratamiento renal sustitutivo.

En el Partido de General Pueyrredón, se desconocen la prevalencia y la incidencia de ERC y los principales obstáculos del sistema para el acceso al diagnóstico y tratamiento oportuno de la enfermedad.

Se considera que la magnitud de la ERC ha empeorado durante la pandemia por COVID19 debido a la disminución de la atención de las enfermedades crónicas en el contexto de la emergencia sanitaria.